1.-«Eres una egoísta».
2.-«¿Te lo vas a perder?»
3.-«Si todo el mundo fuera como tú la humanidad se habría extinguido».
4.-«Las personas como tú son unas irresponsables».
5.-«Una mujer que no es madre, no es mujer».
6.-«No vas a tener quien te cuide cuando seas vieja».
7.- «Tú tenlos, que luego, si no puedes hacerle frente, tus padres te sacan las castañas del fuego».
8.-«Los hijos son lo mejor que te puede pasar en la vida. Te lo pierdes todo, pero es lo bonito del sacrificio. Los niños son maravillosos. Niño, deja de dar por culo».
Estas son algunas de las perlas que he tenido que escuchar desde que tuve edad fértil. Se supone que soy una egoísta, pero una gran cantidad
de las personas con hijos que yo conozco los han tenido por motivos absurdos y egoístas, cuando no por accidente. «Que se parezca a mí», «vestirlo como yo quiera», «elegir un nombre precioso, como Yedai, Jonathan-Camilo o Güendolín», «que no me tengan que meter en una residencia» y cosas similares han llevado a mucha gente que conozco a tener hijos. Eso por no mencionar a quienes los traen al mundo de manera irresponsable, sin tener nada que darles (y no me refiero sólo a lo material), sin pensar en su futuro ni en su seguridad, o planeando ya de antemano que sus padres y sus familiares les saquen de los apuros económicos o les ayuden a cargar con una responsabilidad que sólo a los progenitores corresponde.
Mucha gente, además, piensa que ya «cumple» con la humanidad procreando, y a partir de ahí ya pueden comportarse como unos auténticos hijos de puta con todo el mundo, y eximirse de ofrecer cariño auténtico, amistad verdadera o solidaridad a los que les rodean.
Y se permiten juzgar a las mujeres que no siguen su mismo camino, calificándolas, entre otras cosas, de seres incompletos. Como si la maternidad se perfilase sólo en el paritorio. Pues no.
Se puede parir y no ser madre, como se puede ser madre sin haber parido. O simplemente puedes tener claro que tu aportación a la humanidad puede ser mucho mejor que la de simplemente perpetuar tus genes (lo cual no siempre es positivo), y esperar, como espera mucha gente, que sus hijos hagan por la humanidad lo que ellos no están dispuestos a hacer.
La maternidad, como acto físico, está claramente sobrevalorada; las ratas también paren, y a menudo se comen a sus crías. Yo conozco a muchas madres-rata, (de nuestra misma especie), y también conozco a seres humanos maravillosos que han conseguido ser madres y padres de la gente necesitada a su alrededor, aunque no les hayan engendrado o concebido.
La maternidad no es un acto físico que se desarrolla en la matriz; es una asunción de rol, un ejercicio de mentalidad, un acto de amor hacia otros, -aunque no se comparta el ADN- y, sobre todo, es el resultado de la predisposición amable y solidaria hacia otros seres vivos.
Con más frecuencia de lo deseable -aunque afortunadamente no siempre- las «madres de matriz» sólo siguen sus instintos más primarios, pero en muchos casos ejercen de mala gana las consecuencias de esos instintos.
Por supuesto, hay madres y padres maravillosos, vocacionales, responsables y juiciosos, pero esa actitud no siempre va unida al cargo.
Para finalizar, he de decir que la mayoría de la gente que me ha bombardeado con las frases al principio expuestas, suelen acabar su discurso con la incoherente coletilla de «tú sí que te lo has montado bien», «tú sí que vives bien» y cosas por el estilo.
¿Hola?